«Desde siempre la fotografía ha sido mi pasión, capturar emociones y congelar instantes me fascinaba, pero no fue hasta que alguien muy especial me dio el empujón que me atreví a convertirlo en algo más. Fue esa persona quien me animó a ir más allá, a aprender, mejorar y transformar esta pasión en mi profesión. Hoy, miro atrás con gratitud porque sé que ese impulso cambió mi vida. Vengo del mundo del diseño, donde el ojo crítico es esencial para crear equilibrio, belleza y significado. Esa misma sensibilidad la aplico en mi fotografía. Me encanta jugar con la luz, los contrastes y los pequeños detalles que dan vida a una imagen. Para mí, cada foto es más que un encuadre; es una historia esperando ser contada. Ser fotógrafa me hace profundamente feliz. No solo porque me permite expresarme, sino porque a través de mis imágenes puedo emocionar, inspirar y conectar con quienes las observan. Y al final, eso es lo que más me importa: que cada clic deje una huella».