El 2022 trajo uno de esos hitos que se quedan tatuados: hacer una campaña con Billabong, y además en casa, en El Palmar. Cádiz desplegaba su playón infinito, la luz ya iba alta y el aire cálido empezaba a envolverlo todo como un abrazo. Estábamos rodeados de amigos y de un equipo que parecía encajar pieza por pieza. Mi misión era clara: crear el vídeo de campaña. Pero a veces, en mitad del plan, asoma un momento que te pide otra cosa.
Mientras preparábamos el dron para capturar a las chicas entrando al agua con sus longboards, apareció la escena antes de la escena: ese paseo hacia el mar, tablas bajo el brazo, la arena dibujando huellas nuevas, y las sombras estirándose como si quisieran alcanzar la orilla antes que ellas. No estaba en el guion y, precisamente por eso, tenía esa electricidad de lo espontáneo. Decidí robarle un segundo al plan: hacer una foto aparte, sin pensarlo mucho, para guardar ese pequeño desfile antes del primer remo.
Desde arriba, el encuadre empezó a ordenar el caos bonito de la playa. La línea de sombras de las tablas se convirtió en una guía visual que marcaba el ritmo, casi como si caminasen en formación. La arena parecía un lienzo, el Atlántico un telón que esperaba su primer acto. No era todavía surf; era el umbral, el gesto previo, la respiración compartida antes del agua. A veces la coreografía sucede cuando nadie la está buscando.
Lo supe en el instante en que disparé: esa foto me iba a pedir edición urgente. Me pasa cuando siento que algo está bien capturado; aparece ese subidón de querer verla cobrar vida, de ajustar lo justo para que diga lo que ya estaba diciendo. La imagen sostenía el movimiento y la sincronía de las surfistas preparándose para entrar al mar, una conexión sencilla y poderosa con el océano que, vista desde arriba, adquiere una lectura nueva: la playa como partitura y cada figura ocupando su compás.
Vuelvo a ella y siempre me entrega la misma idea: hay belleza en el antes. En el paso que todavía no moja, en la sombra que se alarga buscando la ola, en la promesa de lo que está por ocurrir. Por eso esta historia funciona en pared: no es solo Cádiz ni una campaña cumplida; es ese instante donde la marea de la vida y la de uno se alinean, donde caminar hacia el agua ya es, en sí mismo, una forma de entrar en el mar.
Lifetime Value
La calidad de los materiales con los que trabajamos garantizan el valor de la obra a través del tiempo.
Lista para colgar
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Enmarcado a mano
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Hecho a medida
Cada historia, es enmarcada según el tamaño, color y preferencia del waller.
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