Amanecer para el recuerdo
Ahangama, Sri Lanka.
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Todas las historias de nuestra colección se imprimen en papel fotográfico Giclee mate de 310 g/m², sin ácido y están disponibles por tiempo limitado.

Volví a Ahangama en 2023 con la sensación de regresar a un lugar que me conocía por dentro. Durante años fue casa, rutina y refugio, y después de la pandemia sentí que aún guardaba escenas que no había mirado con calma. Una amiga sueca, fotógrafa también, llevaba días insistiendo con un amanecer concreto. Esa madrugada cambié la tabla por la cámara y salí antes de que sonara cualquier alarma. El aire estaba templado, la humedad pegaba suave en la piel, y el barrio tenía esa quietud previa al primer pájaro.

Caminamos apenas cinco minutos bajo un techo de palmeras cuando la luz, muy tímida, empezó a colarse entre las hojas como una invitación. Desde tierra ya era bonito: el verde subiendo de tono, las sombras estirándose, las casas aún a media voz. Decidí lanzar el dron. Desde arriba, el paisaje se transformó en un tablero de luces y sombras, con la selva abriéndose como un velo y el trazado de la calle guiando la mirada hacia el horizonte. Sentí esa certeza rara, la de haber elegido bien, incluso antes de revisar la pantalla.

El barrio despertó por capas. Primero los pájaros afinando el fondo. Luego, dos monos cruzando árbol a árbol como si marcaran el tempo. Por último, el rumor de la ruta mezclándose con puertas que se abrían y alguien barriendo la entrada. Caminamos sin prisa, deteniéndonos donde la luz tocaba mejor y donde una sonrisa invitaba a acercarse. Hicimos retratos breves y honestos, de esos en los que apenas hay palabras y, sin embargo, se entiende todo cuando ves la imagen capturada.

Hubo un momento de silencio que se clavó en la memoria: el sol asomó un poco más, el dron volvió a casa y la calle entera pareció contener el aire. Fue, sin exagerar, uno de los amaneceres más hermosos que he vivido. Pasado el primer impacto, llegó la gratitud, esa sensación de riqueza interior que no depende de nada externo. El tipo de riqueza que te ordena el pulso y te recuerda por qué haces fotos: para concederle a un instante el tamaño de un recuerdo.

Miro esta imagen y me devuelve la misma idea cada vez: en algunos lugares creemos que llevamos el ritmo; aquí lo marca la naturaleza. El sol, las plantas, la marea, el vecindario despertando a su compás. Estar presente, solo eso, se convierte en el verdadero lujo. Y quizá por eso esta fotografía funciona en pared: porque no habla solo de un sitio, sino de un modo de habitar la mañana, de dejar que la luz haga su trabajo y de aceptar que, a veces, elegir la cámara en lugar del mar puede cambiar la historia del día.

Lifetime Value

La calidad de los materiales con los que trabajamos garantizan el valor de la obra a través del tiempo.

Lista para colgar

Nuestros marcos llegan listos para colgar en cuanto salen del packaging.

Enmarcado a mano

Cada marco es producido de forma artesanal por talleres especializados en Fine Art.

Hecho a medida

Cada historia, es enmarcada según el tamaño, color y preferencia del waller.

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Cada fotografía se imprime y enmarca especialmente para ti, en el tamaño y marco de tu elección. Esto significa que no podemos aceptar devoluciones ni cambios. También nos es imposible realizar cambios o cancelaciones en los pedidos después de las 24 horas. Si por cualquier motivo tu Timewall llega en una condición que no sea perfecta, por favor háznoslo saber y resolveremos el caso. 

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Debido al trabajo artesanal y a medida, cada pieza puede tardar entre 2 a 3 semanas en imprimirse, montarse, enmarcarse y enviarse. Recibirás un número de seguimiento del proveedor de envío para que puedas estar al tanto del envío.