Historias de playa
Rio de Janeiro, Brasil.
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Todas las historias de nuestra colección se imprimen en papel fotográfico Giclee mate de 310 g/m², sin ácido y están disponibles por tiempo limitado.

Río me recibió en marzo de 2015, en pleno carnaval, con la ciudad vibrando a un pulso que no entiende de pausas. Había viajado por trabajo, encadenando shootings con varias marcas, y entre set y set me di un tiempo para mirar Ipanema con ojos de quien vuelve a un sitio del que ha oído hablar toda la vida. Mis padres estuvieron aquí de luna de miel; caminar esta arena era, de algún modo, pisar parte de su historia. Tal vez por eso, antes incluso de preparar la cámara, sentí que ya tenía una conexión íntima con el lugar, como si la foto me estuviera esperando desde hace años.

Me acerqué a la orilla para hacer scouting y ver cómo caía la luz. Era mediodía, ese tramo del día que suelo evitar: intensidad alta, contrastes duros, sombras que se imponen. Y, sin embargo, la escena tenía una belleza testaruda. La playa explotaba de vida y el horizonte, con “Dos Hermanos” recortándose al fondo, tejía la postal que tantas veces vi en libros y revistas, pero irrepetible, con su propia firma. Apreté el ojo, respiré hondo y decidí disparar a contracorriente de mi costumbre: no pelearme con la luz, sino abrazarla.

El calor pegaba y la brisa hacía lo suyo: ese alivio breve que roza la piel y se va. La playa era un idioma común: risas, vendedores ambulantes, música que estalla a ratos desde algún altavoz, caipirinhas sudando en vasos de plástico, mazorcas asadas perfumando el aire. Miré el encuadre otra vez y confirmé lo que ya sabía: las grandes fotos de lugares icónicos viven de los detalles mínimos, de la danza entre lo que todos reconocen y lo que solo existe en ese segundo. Cada persona, cada toalla, cada oleaje pequeño convirtiéndose en textura, como si la ciudad entera estuviera pintando conmigo.

Disparé y sentí ese impulso casi infantil de querer verla ya editada, de comprobar que lo que sentí estaba ahí, respirando dentro del archivo. Me atravesó una gratitud limpia: poder estar aquí, dedicándome a lo que amo, fotografía y viaje, y, a la vez, hilando un puente íntimo con una historia familiar que empezó en esta misma costa. Entendí por qué esta imagen no podía ser otra: porque captura el verano que abrasa, el deseo de agua que convoca y esa manera tan brasileña de vivir sin pedir permiso al reloj. Es el “antes” del chapuzón, el punto exacto donde el día se entrega al mar.

Vuelvo a la foto y me devuelve siempre lo mismo: Ipanema no es una postal inmóvil, es un caleidoscopio que cambia con cada soplo de brisa. Y esa es su promesa para pared: recordarte que ningún mediodía es idéntico al anterior, que la luz puede ser aliada incluso cuando todo dice que es mala hora, y que hay lugares donde la vida y la imagen se encuentran a mitad de camino para escribir, aunque sea por un instante, la misma historia.

Lifetime Value

La calidad de los materiales con los que trabajamos garantizan el valor de la obra a través del tiempo.

Lista para colgar

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Cada marco es producido de forma artesanal por talleres especializados en Fine Art.

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Cada historia, es enmarcada según el tamaño, color y preferencia del waller.

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Cada fotografía se imprime y enmarca especialmente para ti, en el tamaño y marco de tu elección. Esto significa que no podemos aceptar devoluciones ni cambios. También nos es imposible realizar cambios o cancelaciones en los pedidos después de las 24 horas. Si por cualquier motivo tu Timewall llega en una condición que no sea perfecta, por favor háznoslo saber y resolveremos el caso. 

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